En su libro, Prisioneros de la Geografía (Prisoners of Geography, 2016), Tim Marshall, destacado periodista británico en temas internacionales, aborda la importancia de la geografía en el destino de los países y nos ofrece un análisis desde una perspectiva geoeconómica y geoestratégica de la importancia de los factores naturales en el desarrollo de los países y, por ende, de su economía y proyección de poder en la política internacional.
Así lo hace analizando los casos de estudio sobre Rusia, China, Estados Unidos, Europa Occidental, África, Medio Oriente, India y Pakistán, Corea y Japón, América Latina y el Ártico. En todos estos ejemplos, hay un factor que de alguna forma u otra funcionó o no como catalizador de su desarrollo y destino: la geografía.
No es la primera ocasión que se trata este tema. Friedrich Ratzel (Siglo XIX) y sus seguidores de la escuela de Múnich, estudiaron de igual forma de qué manera los factores ambientales influyeron en los grupos humanos en cada parte de la tierra. Por su puesto que cada uno de estos planteamientos está ligado de alguna u otra manera con las causas que explican el desarrollo y subdesarrollo de las naciones.
La referencia de estos trabajos viene a colación por el reciente bloqueo del Canal de Suez, donde pasa el 12% del Comercio Mundial, por parte un mega buque de carga que luego que encallara por unos días, fue liberado después de complicadas maniobras para ponerlo a flote de nueva cuenta. Este evento ha puesto sobre la mesa la discusión de cómo los eventos como este, los cambios climáticos o problemas de abasto de algunos productos por causas ajenas a las empresas productoras de los mismo, pueden afectar de manera importante las cadenas globales de valor, o bien, los procesos de producción fragmentados en el mundo y que están pensados en el sistema just in time (justo a tiempo).
Para mitigar esto, algunas empresas ya están desarrollando planes de reubicación de sus plantas de producción y sus cadenas de proveeduría, para lo cual, tendrán que desarrollar estrategias de penetración y exportación de capitales a través de la Inversión Extranjera Directa (IED) a los países que de alguna manera son atractivos por su ubicación geográfica, mantienen un marco legal – jurídico adecuado y tienen los instrumentos comerciales (Tratados de Libre Comercio y de Protección a las Inversiones) y que, además, en palabras de los clásicos de liberalismo, mantienen ventajas absolutas y comparativas con respecto a otros países donde la geografía no los ha beneficiado o están alejados de los grandes mercados internacionales, regiones o países con una gran capacidad de consumo como el T-MEC, la Unión Europea, China o Japón.
En estos casos, las ventajas competitivas desarrolladas en temas de logística o transporte multimodal, no son una garantía para sobrevivir en el contexto de la competitividad internacional si consideramos todo el mapa de riesgos. Lo que sucedió recientemente en el Canal de Suez es un ejemplo de ello. Se vienen tiempos interesantes y, sobre todo, muchas oportunidades de inversión para aquellos países que logren capitalizar su posición geográfica. Los que lo hagan, aún en tiempos de Covid-19, tendrán una recuperación económica más rápida gracias a la IED y al Comercio Exterior. En todo esto, la geografía jugará un rol de suma importancia y eso no lo digo yo, ya lo habían adelantado Marshall y Raztel.
FUENTE: Forbes